
Para muchos las hojas de contacto han pasado a ser la pantalla del ordenador, editar o decidir sus fotos a traves de una pantalla plana o de un tubo, un compendio de numeritos traducidos a una información visual, una foto digital. Como se puede ver los dinosaurios de la foto aún hacemos algo con película, como siempre, pintarrajeamos unos contactos para decidir encuadres o verlos e incluso simplemente para ver unas fotos que en la vida pasaran de estar en formato negativo a copia ya que la falta de tiempo y la pereza llenen de polvo las ampliadoras del laboratorio. Si algo hay de mágico en el mundo de la fotografía a parte de querer congelar ese momento del pasado y quedárselo para uno mismo, ese algo, eran las horas del laboratorio con esos olores peculiares, sus tiempos de espera, las decisiones bajo la luz de seguridad y el placer de tocar la copia. La copia que a muchos nos trajo de cabeza años, hasta que conseguimos dominarla , o que nos dominara, nunca se sabe.
Esa magia de ver aparecer la foto en el revelador y conseguir los tonos que habíamos pensado, que habíamos buscado y que con el libro de Adams bajo el brazo buscamos incesantemente, ya casi queda para el recuerdo y los días de relax cuando el tiempo te permite introducirte en la soledad del laboratorio y relajarte frente a la ampliadora y volver a tomar decisiones, personales, pequeñas pero tus decisiones. Aún tengo varios rollos que revelar de mi último viaje a Dublín.
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